Se
evidencia el sentimiento paterno ante los embriones «sobrantes», constata un
especialista
El
doctor Carlo Bellieni se hace eco de una investigación de «Le Nouvel
Observateur»
Las parejas
experimentan y están mostrando sentimientos de paternidad ante los «embriones
sobrantes» de procesos de fecundación artificial, alerta un neonatólogo
italiano.
Bajo el
título «Un amasijo de células con dos padres que deben poner una X», el doctor
Carlo Bellieni se hace eco --en el diario italiano «Il Foglio» (17 de junio de
2006)-- de un análisis aparecido dos días antes en el semanario francés «Le
Nouvel Observateur».
«De la mano
de [la periodista] Sophie des Déserts» se investiga a los 130.000 embriones
congelados [en Francia] y a sus padres, apunta el neonatólogo del Departamento
de Terapia Intensiva Neonatal del Policlínico Universitario «Le Scotte» de Siena
(Italia).
«Se comienza
narrando la historia de los cónyuges Aude y Thibault, quienes habían pedido sin
éxito limitar el número de embriones para su congelación, pero a quienes se les
ha respondido que con la tasa de fracaso de la FIV [fecundación in vitro. Ndr]
no se puede, y han aceptado apartar algunos», escribe el médico italiano.
Continúa:
«La
psiquiatra Muriel Flis-Trèves explica que estos embriones de
más son para todos “fuente de fantasmas conscientes o inconscientes”».
«Pero se
alcanza el drama cuando los propios padres son llamados a decidir si se deja
destruir sus embriones, ya inútiles porque con otros se ha logrado el embarazo»,
advierte el doctor Bellieni.
Tal es el
caso de Agnès, quien tiene nueve embriones congelados; recibe un cuestionario
para decidir qué hacer: «¿Desean continuar la crioconservación? ¿Tienen aún un
proyecto parental?».
Explica la
periodista: «mientras se pueda rellenar la casilla con el sí, todo va bien, de
otra manera hay un agujero negro. Algunos saben que para ellos la aventura ha
concluido, pero siguen marcando la casilla con el sí mecánicamente. Otros no
responden [...] tal vez porque no saben qué contestar».
«Para
algunos sería sencillo: es sólo
un amasijo de células... –ironiza el doctor Bellieni,
transcribiendo a continuación: “pero he aquí que el pequeño que juega con el
trenecito en el salón también era un embrión. Un afortunado. Allí quedan los
hermanos y hermanas en potencia. ¿Tirar a la basura estos embriones deseados y
obtenidos después de tanto esfuerzo?”».
«Una mujer
de 41 años –prosigue el médico italiano— llega con lágrimas al hospital Beclère:
tiene embriones congelados; no tiene hijos, el marido la ha dejado y sin su
consentimiento no se puede hacer nada. Debe renunciar a sus “niños”. “Querría
decirles adiós, un pequeño funeral, algo...”. En resumen: la vieja cuestión
“¿alguien o algo?” ha pasado de los análisis de los periódicos a la experiencia
profunda de los padres».
«Y de los
médicos –advierte el neonatólogo--: la responsable de la sección explica que no
han empezado aún a destruir los embriones más antiguos porque entre los padres
hay quien puede cambiar de idea y comenta: “Es difícil... teóricamente estamos
aquí para dar la vida”».
«Una
alternativa a la destrucción –sigue el doctor Bellieni, haciéndose eco del
semanario francés-- sería la donación: a otras familias estériles o a
la ciencia.
Algunos lo aprueban. Otros lo temen: “¡Imagínense a mis niños
como cobayas!”, se indigna una madre de dos gemelos».
Apunta
también que «el responsable del servicio dice que el 10-15% de los padres
estarían dispuestos a donar a los hijos a la ciencia... pero cuando se trata de
pasar a los hechos...».
Y ello
tampoco evita la duda y aprensión sobre la idoneidad de la familia que
eventualmente los adoptara.
«Ha saltado
la alarma en el extranjero –constata el médico italiano en su artículo de “Il
Foglio”: los embriones son “hijos”; tal vez no serán niños, pero tienen padres.
¿Será entonces posible disponer de ellos sin el permiso de aquellos? ¿Y será de
verdad indoloro para los adultos haber permitido experimentos sobre el minúsculo
fruto de sus gametos?».
Fuente: Zenit,
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